4 de mayo
III domingo de Pascua
Lc 24, 13-35 ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino?
No se, Señor mi bien, mi amado, si arde mi corazón o no arde, si te presiento por el camino, si te reconozco al partir el pan. No sé si se inflaman mis amores, o quedan recogidos, o alborotados, si huyo de Jerusalén sin ti, si regreso contigo. A estas alturas apenas se que aunque no sepa nada siempre vas conmigo, y tu presencia me acompaña en todo momento, ahora mismo, mientras te escribo, aunque no arda mi corazón mientras me hablas por el camino.
¡Hacer el camino contigo, Señor…!
Escuchar tu voz, tu palabra y caminar a tu lado. Y cuando parece que vas a alejarte pedirte: «Quédate con nosotros»
En este día me pregunto si sabremos reconocerte a nuestro lado para poder pedirte: Señor, quédate con nosotros.
¡Qué dicha poder decir que arde nuestro corazón, cuando nos encontramos contigo!
Sé que siempre me sales al encuentro, me ayudas a comprender tu gran amor, no solo por mí, sino por todos los hombres.
Haz Señor, que esté atenta, en todas las circunstancias de mi día a día, de forma especial al escuchar tu Palabra y participar en la Eucaristía.