Sagrada Familia

31 de diciembre
Sagrada Familia

Lc 2, 41-52 Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, ante Dios y los hombres

Jesús crecía al amparo de su familia. Miro el portal de belén y veo una familia. Miro Nazareth, donde Jesús pasa sus primeros años, donde se va formando como persona, y me acerco al misterio de una familia que forma, que sostiene, que mantiene, que enseña…una familia en la entraña misma del amor, una familia donde Dios, hecho hombre, se humaniza aún más. Pongo ante ti, Señor, a todas las familias, a la mía, a las nuestras. Crece en ellas. Amén.

Crecía en lo oculto

30 de diciembre
Octava de navidad
Lc 2, 36-40 El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Me admira contemplar tu dinámica en lo oculto. Primero en el seno de María; luego en la pequeña ciudad de Nazareth, donde vas creciendo, robusteciéndote, llenándote de sabiduría. Sin ninguna manifestación especial. En lo cotidiano de cada día, de tu ser niño, de seguir las leyes de la naturaleza. Acompañado de la Gracia de Dios, que actúa aunque nosotros no sepamos cómo. Siendo todo de Dios estabas ya salvando al mundo. Aunque el mundo no se enterara. Como tampoco se enteró de tus milagros, de tu resurrección. Hazme todo tuyo, que tu gracia me acompañe, que sea salvación en Ti, por ti, desde Ti. En lo oculto de cada día.

Mandamiento

29 de diciembre
Octava de navidad
1 Jn 2, 3-11 Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado

Estos días he dicho que escucho tu Palabra. Estos días he recibido tu luz. Juan me explica lo que es escuchar y estar iluminado: Os escribo un mandamiento nuevo, pues las tinieblas pasan y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

Santos inocentes

28 de diciembre
Los santos inocentes
Mt 2, 13-18 Levántate, coge al niño y a su madre, y huye…

Pongo ante ti, a todos los niños inocentes del mundo, ¡tantos!, que siguen siendo perseguidos por el Herodes de nuestra insolidaridad, de nuestro egoísmo, de nuestro consumo desaforado que impide un desarrollo sostenible. Niños que huyen del hambre y vienen en pateras y cayucos hacia nuestra abundancia; niños que conocen el desarraigo, la pobreza, el temor de la huída, el perder las raíces, la cultura…niños que sufren nuestra injusticia, que son nuestras víctimas, que huyen en la noche, que se adentran en las nuestras.

Vio y creyó

27 de diciembre
San Juan Evangelista
Jn 20, 2-8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro. Vio y creyó.

Recién nacido tú, Señor, y ya tenemos la perspectiva del misterio pascual. Naces para dar la vida por nosotros. Naces para la muerte, para destruir nuestra muerte con la fuerza de tu resurrección.

Nos invitas a entrar en el portal, en el sepulcro. En el primero te vemos oculto en pañales. En el segundo encontramos el sudario y las vendas, pero no tu cuerpo glorioso. Nos invitas a entrar, a ver, a creer, y a contar lo visto y lo oído, para que todos tengan la vida abundante que tú traes.

San Esteban

26 de diciembre
San Esteban
Hechos 6,8-10; 7, 54-60 Señor Jesús, recibe mi espíritu

Ayer nace Jesús. Hoy celebramos el martirio del primer discípulo que da la vida dando testimonio por Cristo. Unido a él, en la vida, en la muerte, en la predicación. Como el maestro. Una vida hecha en el camino del seguimiento. Hechos y dichos. Testimonio. Palabra, entrega y radicalidad.

En Esteban estoy invitado a verme yo también, como otro Cristo. ¿Me veo?
Concédeme la gracia de hacerme niño en ti, Señor, y crecer contigo desde esta Navidad.

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Navidad

25 de diciembre
Misa vespertina de la Vigilia
Is 62, 1-5 Ya no te llamarán Abandonada, ni a tu tierra devastada; a ti te llamarán “mi favorita” y a tu tierra desposada, porque el Señor te prefiere a ti y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo.

Leo y escucho esta palabra y me lleno de gozo. Y me preparo con amor a recibirte, pues tú vienes hasta mí para ofrecerme tu amor, que es plenitud de mi vida y salvación. Gracias, Señor. Que te acoja hoy y siempre.

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Misa de la medianoche
Lc 2, 10-11 Y aquí tenéis la señal. Encontraréis un niño envuelto en pañales.

La señal de la gracia de dios, que ha aparecido en la noche. El niño que nos ha nacido, el hijo que se nos ha dado; el príncipe de la paz. Aquél que es anunciado en la noche a los pastores es todo esto y más.

¿Qué vieron los pastores en la oscuridad de la noche, en la oscuridad de un portal? Sombra, penumbra, ninguna claridad. Y sin embargo, el niño, en el pesebre, es la señal que también se te ofrece: la luz del mundo, la gloria de la humanidad.

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Misa de la aurora
Lc 2, 15-20 Los pastores se volvieron dando gloria a Dios por lo que habían visto y oído

Tras escuchar el anuncio del ángel; tras creer en la buena noticia ofrecida, tan desconcertante, y en la señal; tras escuchar los coros celestiales dando gloria a Dios y ofreciendo paz a los hombres que ama el Señor, van corriendo, raudos, sin perder el tiempo, a ver eso que ha pasado. Encuentran a María y al niño. Cuentan lo que les ha sido anunciado. Todos los que escuchan se quedan admirados.

Escuchar, creer, ir, proclamar, narrar, admirar, contemplar, dar gloria a Dios por el Niño que ha nacido. ¿Qué haces tú hoy?

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Misa del día
Jn 1, 1-18 En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres

Te miro, te admiro, te adoro. Me abro a ti, que irrumpes en mi vida, hoy de forma especial, una vez más, como cada día. Me llega la Palabra, tu palabra, tú mismo, y quiero acogerte desde el seño de María. Tu Palabra que hace todo, que recrea todo, que me rehace cada día y me ofrece la oportunidad de ser más tuyo y para ti. Tu Palabra que me da la vida, que alumbra mis tinieblas, que me llena de tu claridad y me hace radiante. Tu Palabra, tú mismo Jesús, alumbrando a la humanidad en este día de Pascua de Navidad. Gracias por tu vida. Por tu Palabra. Amén, Señor Jesús.
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Nuestra paz

24 de diciembre
Domingo IV de adviento
Miqueas 5, 1-4ª Este será nuestra paz

El niño que va a nacer, el sol que nos visita de lo alto, el pastora de Israel, la luz de las naciones, la maravilla de consejero, la esperanza de su pueblo, el agua viva, la gloria de Dios que pone su tienda entre nosotros…en un niño que está a punto de ser alumbrado, de ser dado a luz por su madre…este niños, Jesús, Dios con nosotros, se ofrece como la paz y la plenitud de tu vida.

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Soltar la lengua

23 de diciembre
Feria de Adviento
Lc 1, 57-66 Inmediatamente se le soltó la lengua y empezó a hablar bendiciendo a Dios

Suelta mi lengua, Señor, para ti. Haz silencio en mi boca para que pueda narrar las maravillas de tu amor. Enmudece mi corazón de otros afectos para poder alabar y bendecir tu nombre, porque tú solo eres grande, porque ¿qué soy yo para que te acuerdes de mí, qué las demás criaturas para que pienses en ellas? Como un soplo que pasa, como una ayer que pasó…Y sin embargo has puesto tu tienda entre nosotros y nos has ofrecido tu salvación. Gracias, Señor.

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Proclama mi alma

22 de diciembre
Feria de adviento
Lc 1, 46-56 Proclama mi alma la grandeza del Señor

Y ¿cómo no voy a proclamarla? Se acercan los días santos de tu nacimiento, Señor. Proclamo tu grandeza. Te espero junto a María, guardando cada latido de tu ser en mi corazón. Te espero, te imagino, de deseo, te intuyo, te reconozco, te experimento dentro de mi, abriéndote a la vida desde el seno que tú mismo has puesto en mí para acogerte. Te sé, Señor en mí y me maravillo. El Señor ha hecho obras grandes por mí. Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

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