30 de junio
Sábado XII
Mt 8,5-17 Señor, no soy digno de que entres en mi casa
Y entras cada día. Digo la frase del centurión en cada eucaristía e inmediatamente vienes a mí, me alimentas con tu ser, con tu cuerpo entregado, con tu sangre vertida. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme. y así es.
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