31 de enero
Miércoles IV
Mc 6, 1-6 No desprecian a un profeta sino en su tierra, entre sus parientes y en su casa
Tu palabra, una vez más, ilumina lo que podemos vivir, porque nos une a tu experiencia, y en esa propia experiencia renacemos. Cuando somos rechazados, o ignorados, por los más cercanos, sentimos un dolor que nos puede ayudar a desprendernos de nosotros mismos, de nuestro ego dominante, y entrar en la sencillez del pobre de espíritu. Fácil de decir, complicado de vivir. En tus manos estoy.