30 de septiembre
Lunes XXVI
Lc 9, 46-50 El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí
Ayer me hablabas de la cercanía al pobre Lázaro, hoy de la acogida a este niño, al pequeño, al débil, al que confía, al que tiene una mirada limpia, al puro, al verdadero, al frágil, al dependiente. Ayúdame a ser acogedor, a desprenderme de mis barreras, de mis comodidades, de mis programas establecidos, de abrirme al que llega, al que se presenta en tu nombre, aún sin saberlo, y pide ser acogido por un seno maternal, entrañable, amoroso. Dame la cordialidad de María.