30 de noviembre
San Andrés
Mt 4, 18-22 Venid en pos de mi y os haré pescadores de hombres
Contigo siempre el movimiento; y tu voz; y tu llamada; y la fascinación que siente el ser cuando se ve envuelto por tu mirada, por la cercanía de su ser que llama a ser en plenitud, a dejarlo todo y seguirte, cada día como el primer día, a la orilla del mar de Galilea, desde siempre en mi vida. Inmediatamente, nada más escucharte tu llamada, lo dejo todo. De nuevo. ¡Ven, Señor Jesús!