Cariñoso

12 de diciembre
Jueves II de adviento

Salmo 144 El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

Señor, que mi vida de testimonio de tu bondad, de tu ternura, de tu ser cariñoso con todas, con todos, sin excluir a nadie, por ningún motivo. Señor, hazme instrumento de tu ser bueno y misericordioso, especialmente entre los que no saben que lo eres.

como las águilas

11 de diciembre
Miércoles II de adviento

Is 40. 25-31 los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan

Espero en ti. Renuevas mis fuerzas cada día, en mi debilidad. Tengo alas invisibles para volar como un águila, abarcando los inmensos horizontes de tu amor. Corro lo que no he corrido en mi vida, y no me fatigo, y si se me sale el corazón por la boca es por saberme vestido con traje de bodas, listo para la unión, cunado tú quieras, como tú quieras… y camino siguiéndote, porque me has llamado y me mantienes para ti.

Consolad

10 de diciembre

Martes II de adviento

Is 40, 1-11 Consolad, consolad a mi pueblo

Consolad al mi pueblo, en medio del barro, de la guerra, del hambre, de las incertidumbres de todo tipo, políticas, sociales, de los abusos, de las crisis económicas, del hambre, de la violencia, de la corrupción, del sinsentido de tantos…consolad a mi pueblo, soy el buen pastor y vengo a dar consuelo, fortaleza y vida verdadera. Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega.

Inmaculada

8 de diciembre
Inmaculada Concepción

Lc 1, 26-38 Alégrate

Leo el evangelio de hoy. Y rumio estas frases, hasta guardarlas en mi corazón.
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti “porque para Dios nada hay imposible”».
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Gracias, Señor, porque me has regalado la vocación de hijo de maría. Inmaculada.

la herida de la humanidad

7 de diciembre
Sábado I de adviento

Is 30, 19-21.23-26 Cuando el Señor cuide la herida de su pueblo

Tú Dios bendito, sanador. Tú Señor, bálsamo para la herida del hombre que sufre en el cuerpo, o en su interior, y que no sabe descasar de tanto dolor como sufre, como experimenta, como le afligimos los demás. Las heridas de la humanidad las pongo hoy en tus manos, Señor, en este tiempo de adviento.

Tu luz y tu salvación

6 de diciembre
Viernes I de adviento

Salmo 26 El Señor es mi luz y mi salvación

Tú eres mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?. Tú eres la defensa de mi via, ¿quién me hará temblar? Una cosa te pido, Señor, eso buscaré: habitar en tu asa por los dísa de mi vida; gozar de tu dulzura, contemplándote. Espero gozar de tu ducha, Señor, en el país de la vida. Que lo que te pido se haga realidad, por tu misericordia.

Tu salvación

4 de diciembre
Miércoles I de adviento

Is 25, 6-10 Celebremos y gocemos con su salvación

Aquí estás tú, Señor, al alcance de la mano, tan cercano que da vértigo, tan libertador que me aterro, tan amoroso que me das vida, y vida abundante….Este eres tú, esperábamos en ti y nos has salvado. Este eres tú. Celebremos y gocemos con tu salvación, en este tiempo de adviento. Que no nos distraigan las luces de colores, los espumillones, el consumo desaforado. ¡Maranatha!

Tu morada

3 de diciembre
Martes I de adviento

Is 11, 1-10 Será gloriosa su morada

La utopía creadora de Isaías once, tan en mi corazón, termina con la gloria de tu morada. A la que aspiro. Ahí quiero poner mi esperanza. No en tantas tonterías que me distraen en el día a día, que me enganchan, que me tienen atrapado en las redes de mi propia malignidad, de mi propi o ego….pongo mi esperanza en tu armonía universal, en la paz que me ofreces, en la unión de todo en ti, el libertador. ¡Ven, Señor Jesús!