31 de marzo
IV domingo de cuaresma
Lc 5, 1-3.11-32 se le echó al cuello y lo cubrió de besos
Ante ti, ante lo delicado de tu amor, en tu abrazo, que maravilla mis entrañas y las estrecha, fundido en ti. Ante el sutil murmullo de tu aliento, que me besa al volver
desarmado, rendido, pongo mi ser ante ti, señor, en el abismo de tu pecho, donde reposo mi deseo, tierno y herido. Siempre en tu perdón y tu misericordia.