28 de enero
Domingo IV
Mc 1, 21-28 Un hombre tenía un espíritu inmundo
Y nos libras de los espíritus inmundos, que nos rodean, los pensamientos que nos impiden vivir en la libertad de tus hijos, los miedos, las agresividades, las iras, las envidias, las frustraciones, los rencores, la prepotencia, el orgullo, la soberbia, en fin, todo lo que nos impide que seamos quien tú nos llamas a ser.