23 de abril
Viernes III de pascua
Lc 9, 1-20 Una luz celestial lo envolvió con su resplandor
Tú ya sabes. Yo no sé bien cómo, en aquella semana de pascua, no hay un momento, no hay algo sensorial ni fuera de sentido, no hay nada de nada, pero me sacaste de allí con el convencimiento de que me habías hecho, para siempre y sin remedio, tuyo. Y caí derrotado en tu amor. Envuelto en tu plenitud.