Pan de vida

10 de abril
Jueves III de Pascua
Jn 6, 44-22 Yo soy el pan de vida

En intimidad y en silencio contigo quiero repetir estas palabras, y reconocerte como pan y alimento de mi vida, y adorarte en lo más profundo de mis entrañas. En medio de las plazas y del mercado de la vida, donde has puesto tu tienda entre nosotros, quiero proclamar esta verdad que me alimenta y que me lleva a hacerla presente en el mundo. En medio de la pobreza y del hambre de pan y de ti quiero pedirte el pan de cada día, para los hambrientos, y comprometer mi vida en ello, contigo.

Difundir

9 de abril
Miércoles III de Pascua

Hechos 8, 1-8 Los prófugos iban difundiendo la buena noticia
Lo que  es un mal ( la persecución, el destierro, el ser despojado y vivir a la intemperie, desalojado, desapropiado) se convierte en una posibilidad, en una oportunidad para que otras personas, en otros lugares, conozcan el evangelio por la fuerza del testimonio de una vida perseguida. Y así, al ir de un lugar a otros, sin tener probablemente ni un lugar donde reclinar la cabeza, ni una madriguera, ni un nido, se difunde la Buena Noticia.  Y las ciudades se llenan de alegría.

Esteban

8 de abril
Martes III de Pascua
Hechos 7, 51-59 Se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y le apedrearon.

Es el destino de los que unidos a ti en la vida comparten la violencia de tu misma muerte. Esteban da testimonio de ti y lleno del Espíritu Santo proclama la verdad que tanto incomoda. Es sacado del recinto y de la comunidad, llevado a las afueras, y allí apedreado. Como respuesta encomienda a tus manos su espíritu, perdona a sus asesinos, y muere en tu paz. Vivir y morir como tú, con paz en la violencia.

Alimento que perdura

7 de abril
Lunes III de Pascua

Jn 6, 22-29 Trabajad no por el alimento que perece, sino por el que perdura

Es otra manera de decirnos, Señor, que no atesoremos tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma acaban con las riquezas que no se pueden guardar en el corazón, que no nos llevaremos a la tumba. Estamos llamados a perdurar en ti, con vida eterna, y solo el alimento que nos conduce hasta ella ( y no los afanes y ansiedades en las que gastamos la vida) puede saciar nuestro apetito existencial. Y, sin embargo, todavía no nos damos cuenta.

 

 

Con ellos

6 de abril
III domingo de pascua

 

Lc 24, 13-35 Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos.

Te acercas, Señor, hasta nuestro camino y te pones a caminar con nosotros. Me acompañas en todos los trayectos de mi vida, sean largos o cortos, me acerque o me aleje de ti, del acontecimiento de tu pascua. Tú siempre estás presente, acompañando, a veces silencioso, otras dando pie a que te narremos nuestra vida y lo que ha sucedido, para darnos en sentido de lo que vivimos. Siempre con nosotros, aunque nuestros ojos no sean capaces de reconocerte.

En la barca

5 de abril
Sábado II de Pascua

Jn 6, 16-21 El lago se iba encrespando

Es de noche cerrada. Falta de claridad, falta de luz, oscuridad, densidad de las tinieblas. Una situación totalmente distinta a la de la Pascua. Sopla un viento fuerte, que no es el viento del Espíritu, sino el viento de la tribulación, en viento de la duda, el viento de la turbulencia, el que todo lo encrespa. Miedo sin ti, Señor, y miedo cuando apareces y , penando que eres un fantasma, no te reconocemos. Déjanos escuchar tu Palabra, “Soy yo, no temáis”.

Luz y salvación

4 de abril
Viernes II de Pascua

Salmo 26 El Señor es mi luz y mi salvación

Se va adentrando tu Pascua en el espesor de lo cotidiano, Señor, y tengo que pararme para repetir con más conciencia el versículo de este salmo, que llena de tu claridad mi día, que me hace estallar en el deseo de desear tu vida: tú eres mi luz y mi salvación, tu eres la defensa de mi vida, una cosa te pido, gozar de tus dulzuras en medio de mis amarguras, contemplar tu rostro en el país de la vida, que es cada día que me ofreces como luz y salvación, unido a ti.

Testigos

3 de abril
Jueves II de Pascua
Hechos 5, 27-33 Testigos de esto somos nosotros

Testigos tuyos, Señor; testigos de tu muerte y tu resurrección; testigos de tu Palabra, testigos de tu verdad, testigos de tu vida. testigos tuyos en medio de nuestro mundo, en las circunstancias concretas que a cada uno nos han tocado vivir. Testigos en medio de la ciudad, en el campo, en el mar, en la montaña, entre los hombres y mujeres que no te conocen  o que, habiendo oído hablar de ti, viven como si no te conocieran o te ignoran. Testigos que no pueden dejar de dar el testimonio de tu vida y tu amor ofrecido.

Salvación

2 de abril
Miércoles II de Pascua

Jn 3, 16-21 No mandó a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él

Porque Dios amó al mundo tanto que todo se ha vuelto una cuestión de amor. Y el amor todo lo puede, y todo lo soporta. El amor perdona sin límites, soporta sin límites, aguanta sin límites. Porque el amor no pasa nunca. Porque el amor es el que salva, el amor acoge, dialoga, tiende una mano…el amor perdona y no condena. El amor salva. Y así hace Dios contigo y conmigo, y así quiere que demos testimonio de él, y de su amor en el mundo.

Nada de nadie

1 de abril
Martes II de Pascua

Hechos 4, 32-37 Nadie llamaba suyo propio nada

Lo mío no es lo tuyo, Señor. Porque lo tuyo es partir y repartir, partirte y repartirte, sin guardar nada, sino dando la vida hasta el extremo, por amor. Dándote, generosamente, sin límites, desapropiándote. Lo que hemos vivido en el misterio pascual nos invitas a vivirlo en la comunidad, que es la Iglesia, al igual que en los inicios. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían…luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.