2 de abril
Miércoles II de Pascua
Jn 3, 16-21 No mandó a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él
Porque Dios amó al mundo tanto que todo se ha vuelto una cuestión de amor. Y el amor todo lo puede, y todo lo soporta. El amor perdona sin límites, soporta sin límites, aguanta sin límites. Porque el amor no pasa nunca. Porque el amor es el que salva, el amor acoge, dialoga, tiende una mano…el amor perdona y no condena. El amor salva. Y así hace Dios contigo y conmigo, y así quiere que demos testimonio de él, y de su amor en el mundo.
«Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único». Tanto me ama Dios a mí que entrega a su Hijo único para salvarme.
Después de esa prueba da amor infinito, ¿como puedo yo no amar a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas, y ese amor trasladarlo a mis hermanos, a las personas que me rodean…?. Pues Él me amó primero.
Y dentro del amor, me quedo con esas palabras de Pablo que hoy plasmas en tu comentario. Amar sin límites para que de esa manera pueda acercarme a esa luz que Dios manda al mundo y que, a veces, por el trabajo que nos cuesta perdonar, acoger, tender una mano, esbozar una sonrisa…, no podemos verla.