7 de abril
Lunes III de Pascua
Jn 6, 22-29 Trabajad no por el alimento que perece, sino por el que perdura
Es otra manera de decirnos, Señor, que no atesoremos tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma acaban con las riquezas que no se pueden guardar en el corazón, que no nos llevaremos a la tumba. Estamos llamados a perdurar en ti, con vida eterna, y solo el alimento que nos conduce hasta ella ( y no los afanes y ansiedades en las que gastamos la vida) puede saciar nuestro apetito existencial. Y, sin embargo, todavía no nos damos cuenta.