24 de abril
Jueves octava de pascua
Lc 24, 35-48 Paz a vosotros
Tu paz, Señor. Tu paz que pone alas a mis miedos y temores, tu paz que rompe las cadenas de mis esclavitudes, tu paz que aleja, con tu viento impetuoso, las galvanas de mi ser. Tu paz que descuaja, arrebata, y domeña, tu paz, Señor, en medio de los remolinos de la vida, tu paz que es loto en el fuego, flor en la estepa, estrella tardía. Tu paz, Señor, en el silencio de mi ser, me hace fecundo para ti. Gracias.
Gracias Señor por el maravilloso regalo de la Paz. Cuando la pierdo, todo se desbarajusta en mi interior. ¡Ayúdame a no perderla! También a saber transmitirla.
¿Quién soy yo para modificar tus planes?
¿quién para romper la armonía del universo?
Me hiciste libre
tan poderosa como el trueno, tan suave como el viento
Me diste lunas y soles, tierras y mares
tu muerte y tu vida
Todo es mío
¿cómo evitar morir de alegría?