Confío

24 de enero
Jueves II semana
Salmo 55 En Dios confío y no temo

¿Brotó del corazón de David este salmo cuando Jonatán le dijo: “mi padre  Saúl te busca para matarte”? ¿Rezaba este salmo la multitud que seguía a Jesús, la muchedumbre sufriente, que querían tocarlo para ser sanados de sus enfermedades? ¿Hizo carne esta palabra el mismo Jesús cuando vio acercarse la muerte y se  hizo uno con la voluntad del Padre? ¿Recito esta oración cuando me asaltan los temores y me hallo en las sombras de la vida cotidiana, y me acechan los fantasmas que pueblan mi interior? En Dios confío y no temo, recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.

 

 

Todo el mundo

23 de enero
Miércoles II
1 S 17, 32-33.37.40-51 Todo el mundo reconocerá que hay un Dios en Israel

David, el muchacho, el pequeño, el débil, vence a Goliat, el guerrero, el grande, el fuerte. Con una piedra y una honda derriba al poderoso. Porque confía en ti. Lo hace con el poder de tu fuerza y no para su vanagloria, para aumentar su imagen, para acrecentar su poder. Actúa movido por el amor a tu nombre, para tu gloria, para que todo el mundo reconozca que tú eres Dios. Desde ahí, con sinceridad y verdad, me gustaría actuar a mí, Señor.

Chaminade

22 de enero
Martes II

1 S 16, 1-13 El Señor ve el corazón
Lo esencial es lo interior, escribía el beato Guillermo José Chaminade, cuya memoria celebramos hoy. Y en lo interior, Señor, estás tú, y desde ahí nos miras, nos contemplas con amor, y nos llamas a encontrarte. En la profundidad de nuestro ser. En lo que verdaderamente constituye nuestro ser. Encontrarme contigo, dialogar contigo, en lo interior. Ser en lo profundo desde donde tú estás dando vida a mi ser, desde el corazón: donde en ti encuentro a toda la humanidad, a toda la creación.

Vino nuevo

21 de enero
Lunes II

Mc 2, 18-22 A vino nuevo, odres nuevos

Escancias en mi corazón, Señor, vino nuevo cada día. Tu vino nuevo que me renueva, que hace cantar mi corazón y alegra mis entrañas desde la maravilla que procede de ti. Vino nuevo…que no, sin que sepa bien por qué, sigo vertiendo en el odre viejo de mi comodidad, de mis costumbres, de lo conocido, de lo establecido, de lo que me da seguridad. Tú me quieres nuevo cada día y yo me ofrezco sin novedad, o no queiro recibirla de ti. Tu Palabra me da, una vez más, un toque de atención: a vino nuevo, odres nuevos.

Aquí

20 de enero
Domingo II
Salmo 39 Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Deseo decirte esta frase, Señor, con todo mi ser; con la misma disponibilidad que lo hizo María; con toda la generosidad y verdad con la que te respondieron los apóstoles; desde su misma fragilidad; enamorado de. Deseo decirte esta frase desde el silencio y la oración, para conocer tu voluntad; desde la mirada a la realidad, al hermano que sufre, para conocer tu voluntad y saberme llamado a cumplirla. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

 

Pecadores

19 de enero
Sábado I

Mc 2, 13-17 No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores

Ahí está, Señor, tu revolución, el giro copernicano que ofreces a quien se acerca a ti: llamas a los pecadores, llamas a quien está alejado de ti, llamas a quien vive en tinieblas y en sombra de muerte, llamas a quien nos es capaz de aceptarse, a quien no sabe cómo salir de su culpabilidad, de su frustración, de su muerte en vida. Vienes a dar vida a quien no la tiene, ofreces tu vida al que está lleno de mal. ¿Dónde estoy yo?

Palabra

18 de enero
Viernes I

Mc 2, 1-12 El les proponía la palabra

Y se juntaban tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y tu palabra curaba, sanaba..y hoy lo sigue haciendo: devuelve la movilidad, nos hace salir de nuestras parálisis, de los miedos que nos impiden caminar hacia ti y hacia el hermano. Tu Palabra nos hace salir de las postraciones que nos tienen tumbados, a ras de tierra. Tu palabra me alza y me levanta, me anuncia la liberación. Que sepa acoger tu Palabra, que crea de verdad que ella me recrea.

La derrota

17 de enero
Jueves I

Is 4, 1-11 Fue una derrota tremenda

¿Cómo es que los filisteos, enemigos de Israel, vencen a tu pueblo? ¿Cómo es que estando tu presencia en medio del campamento caen treinta mil de la infantería israelita? ¿Por qué tú arca de la alianza es capturada? ¿Cómo y porqué sufro la derrota en mi propia tentación, de mi propio pecado? ¿Por qué el mundo sufre, y tus elegidos sufren, y tantos inocentes y pobres, tus preferidos, son derrotados cada día? Y desde la oscuridad de la fe te pido, Señor, amor para amarte aunque no entienda.

Aquí estoy

16 de enero
Miércoles I

1 Sm 3, 1-10.19-20 Aquí estoy

Decírtelo una y otra vez a lo largo del día de hoy: Aquí, estoy. Repetirlo como un rosario de abandono y disponibilidad. Atarme a estas palabras para ofrecerte mi ser y mi obrar, mi deseo y realidad, mi presente y mi futuro, todo lo que soy y tengo, sin reservas ni otra voluntad que buscar la tuya: “Aquí estoy, Señor, porque me has llamado” Qué fácil me es escribir y decir, qué difícil vivir así.

Ahí sufre

15 de enero
Martes I

 1 S 1, 9-20 Soy una mujer que sufre

Es lo que te dice Ana, Señor en su oración. Hoy uno mi oración, y la pongo ante ti, a la de tantas mujeres que sufren: mujeres maltratadas, mujeres vejadas, mujeres esclavizadas, mujeres despreciadas, ignoradas, engañadas,  explotadas, disminuidas, mutiladas, utilizadas como objeto sexual; mujeres olvidadas, mujeres sin las mismas oportunidades que el hombre; mujeres que se dirigen a ti, o que no saben dirigirse a ti, y rompen su oración en la corola de la vida. Y quiero escuchar las mismas palabras de Ana: “Vete en paz. Que el Señor te conceda lo que has pedido”