Siempre con nosotros

11 de diciembre
Jueves I de aviento
Is 41, 13-20 No los abandonaré

Siempre estás con el pobre y el abatido, pues te has hecho pobre y has sido abatido por nosotros. Siempre estás cercano, pues has compartido la condición humana, y has sabido lo que es el abandono, la injuria, la calumnia, la opresión. No nos abandonarás en nuestra sed de Ti, pues has pasado sed y e has sentido abandonado por el mismo Dios. No nos abandonarás y por eso nos alegramos con el Señor, con el santo de Israel, que ya viene, ya está cerca.

Al cansado

0 de diciembre
Miércoles II de adviento
Is 40, 25-31 El da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido

Así eres tú, Señor, nuestro Mesías, nuestro Salvador, nuestro restaurador. Así nos sigues llamado a los que estamos cansados y agobiados, pues tú nos aliviarás. Así llegas, como aquél que en la debilidad renuevas las fuerzas, las fuerzas de los que esperamos en Ti, aunque sigamos siendo débiles.  Así llegas, para darnos alas de águila, para que corramos sin cansarnos, marchemos sin fatigarnos, siguiéndote a ti. Que llegas, que ya estás.

Aquí está Dios

9 de diciembre
Martes II adviento

Is 40, 1-11 Aquí está vuestro Dios

Alza fuerte la voz. Proclama, exhorta, llama,  invita  a mirar a escuchar, a contemplar que ya llega, ya está cerca, ya viene nuestro Dios. Alza la voz para que cada uno de nosotros comencemos a enderezar lo torcido, a igualar lo escabroso de nuestra vida. Pues tú, Señor, quieres transitar por nuestra vida y  necesitas el camino de nuestro amor.

Inmaculada

8 de diciembre
Inmaculada Concepción

Gn 3, 9-15.20 …por ser la madre de todos los que viven.

Tu madre, Señor, la nueva Eva, nuestra madre. Donde sobreabundó el pecado sobreabunda la gracia. Maria, irreprochable ante ti por el amor. María, en la que desborda la gloria de tu don. María, que resume el deseo y la búsqueda de Dios de todo el género humano. María que nos muestra, desde su sencillez, la vocación a la que somos llamados: la santidad. María Inmaculada: tu madre, nuestra madre. Gracias por la Virgen María.

Preparad el camino

7 de diciembre
II Domingo de Adviento
Is 40, 1-5.9-11 En el desierto preparadle un camino al Señor

Preparad el camino…es el grito de los profetas, de Isaías, de Juan el Bautista…Preparad el camino en  el desierto, en donde solo hay aridez, donde aparentemente no hay fecundidad. Ahí, Señor, en los desiertos de la vida, de nuestra sociedad, en lo áspero, en lo árido, hay anunciar tu llegada, hay que prepararte un camino. A ti, que eres el verdadero camino de la vida, el único vergel.

Tus ojos verán

6 de diciembre
Sábado I de adviento
Is 30, 19-21.23-26 Tus ojos verán a tu maestro

Así es. Desterradas las lágrimas de la mirada, limpia y purificada por la claridad de tu presencia, los ojos podrán ver, y reconocerte en el camino de la vida, en la lluvia que das para la semilla, en el grano de la cosecha, en los ganados que pastan en las praderas, en los ríos y en los cauces de agua, en medio de la ciudad, del asfalto, de las calles bulliciosas. Tu luz, Señor, hará ardiente mi mirada y, sin saber cómo, te veré en medio del todo y de la nada. Mis ojos verán a mi maestro. ¡Ven, Señor, Jesús!

 

Alegría del oprimido

5 de diciembre
Viernes I de adviento
Is 29, 17-24 Los oprimidos volverán a alegrarse con el Señor…

…los pobres gozarán con el santo, porque se acabó el opresor. Escucho tu palabra, Señor, y me pregunto cómo puedo ser instrumento tuyo para que se cumpla lo que tu palabra anuncia y promete. Acabar con el opresor, aniquilar para a los despiertos para el mal…¿empiezo por mí mismo, desterrando con tu ayuda, el mal de mi vida. ¿Proclamo tu misericordia y la actúo en mi vida? ¿Devuelvo a los demás lo suyo para que recobren la alegría de tu salvación?

Mantiene la paz

4 de diciembre
Jueves I de adviento
Is 25, 1-6 Su ánimo está firme y mantiene la paz, porque confía en ti

Cuánta verdad, Señor, por boca del profeta. Se de quien me he fiado, por eso no temo. Se quien es mi redentor y salvador. Se quien es el sustento de mi vida, su principio y fundamento. Tú me asientas y me construyes. Tú me regalas el don de la propia confianza, que me abre a otra dimensión, más allá en el más acá, más acá en el más allá. Si el Señor está conmigo, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?

Sin muerte para siempre

3 de diciembre
Miércoles I adviento
Is 25, 6-10 Aniquilará la muerte para siempre

Es el fruto de tu promesa, Señor, darnos la vida sin fin, ofrecernos la salvación, la dicha y el gozo de contemplar tu rostro, sin reservas. Devolvernos a nuestro ser original. Regalarnos un puesto en  el banquete de tu Reino. Enjugar las lágrimas de nuestros ojos, que no aciertan a ver, y abrirnos a la luz de tu verdad. Sin muerte, sin llanto, sin dolor. Haciéndonos instrumentos y don tuyo en este mundo que sufre. Anunciando la plenitud que nos ofreces, ya sí pero todavía no.

Isaías once

2 de diciembre
Martes I adviento
Is 11, 1-10 El novillo y el león pacerán juntos, un muchacho pequeño los pastorea

Una nueva creación del universo, de nuestra tierra, de nuestra sociedad, desde tu presencia mesiánica. Dejando que tú, Señor, niño pequeño que esperas venir, nos pastorees, imprimas tu espíritu de prudencia y sabiduría, de consejo y valentía, de ciencia y de paz en medio de nuestras idas y venidas, de nuestros quehaceres, planificaciones, proyectos, organizaciones. Si tú estás, Señor, todo está lleno de ti. ¡No tardes en venir!.