23 de mayo
Jesucristo Sumo y eterno sacerdote
Lc 22, 14-20 Tomad esto
Tú me lo das, a ti vuelvo. Con una mano tomo tu Cuerpo, con la otra mano tomo tu Sangre. Queda suspendido el entendimiento y me haces misterio en tu misterio, tiempo sin tiempo en tu entrega, puro don. Vuelvo a ser lo que ya soy, ser en ti, olvidado de todo lo que no sea tu cuerpo y tu sangre, que habitan en mí. Olvidado de ser. Tu cuerpo y tu sangre me conducen hasta tu morada, hasta la Jerusalén celestial, donde tú y el Padre, en el Espíritu Santo, sois uno para mi adoración callada. Unido a tu sacerdocio, en intimidad fecunda, muerto ya en tu vida.
Mi corazón es tu sangre
tu carne es mi cuerpo
espíritu que danza
y retoza por el Dios vivo
En la más absoluta pobreza resplandece la esperanza
Tomad esto… Nos dejaste tu regalo, tu cuerpo que se entrega hasta la cruz, el pan que alimenta el alma, tu sangre que derrama amor, el vino que anima la vida.
El misterio de tu vida y de tu muerte, la salvación que nos brindas, el alimento que nos sacia y nos anima a seguirte, a amarte, a amar a los demás hasta la muerte. No hay amor más grande.