22 de octubre
Miércoles XXIX
Ef 3, 2-12 anunciar la riqueza insondable que es Cristo
Sin medida, sin profundidad, sin altura, sin anchura, sin dimensión, sin posibilidad de ser penetrado. Acogido, contemplado, admirado, deseado. Más cierto y real que la propia realidad. Te desvelas al velarte, se aclara tu misterio escondido a los pobres de espíritu, a los limpios de corazón, la los misericordiosos, a los que lloran, a los que trabajan por la justicia, a los que olvidados de tu riqueza pierden su vida para ganarte.
Dios escondido en Dios… ¿cómo no buscarte?