4 de noviembre
Martes XXXI
Fil 2, 5-11 tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús
Y me pregunto hoy, ante ti, ¿cuál es el sentimiento que quiero propiciar hoy, esta temporada en mi vida, semejante a ti? Y sin pensarlo dos veces me brota del corazón el «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas». Amarte sobre todas las cosas. En todo amarte y servirte.
Nano, en unión a tus deseos, que los hago mío.
Me propongo la entrega a mis hermanos, amándolos como carne y vida Tuya que son, sin es amor no correspondo al que Tú me tienes.¡¡Gracias Padre, te amo con toda mi alma!!
Te demoras en venir, Señor, y Tú nos faltas.
Y aunque tu presencia se manifiesta en personas y lugares, el recorrido hasta llegar a Ti es largo y no siempre clarificador.
Y sin embargo es fácil ver tu huella en los árboles que, una vez más, muestran con esplendor los colores del otoño. En el viento, que levanta cúpulas de agua en acantilados y riscos. En las personas que nos acompañan y ayudan a encontrar el sendero que nos llevará a Ti, Señor.
Lo recordarás, y una luz estallará en tu interior gritando Padre!