26 de abril
Martes octava de Pascua
Jn 20, 11-18 ¡María!
Déjame escuchar cómo me pregunta por qué lloro. Déjame manifestar que te he perdido, que no sé dónde te han puesto, que el sepulcro está vacío. Déjame volverme hacia ti, y no reconocerte. Déjame que me preguntes, ahora tú, por qué lloro, a quién busco? ¿No sabes que te busco a ti, que mi alma tiene sed de ti, que te añoro en el amor? Déjame escuchar en medio de mis llantos mi nombre, pronunciado por tu amor. ¡María! Déjame responderte con un acto de fe: ¡Maestro!
Gozo al pensar en Magdalena Señor, ella fiel, sigue buscándote, nos deja un verdadero ejemplo de Amor al Maestro, aunque su fe no fuera completa.
Jesús la llena de alegría al llamarla por su nombre. Estoy segura que a todos nos llama,pero ella lo buscaba. Has Señor que mis ojos no sean miopes, mi fe madura y sepa salirte siempre al encuentro, Tu me esperas, gracias por tu Resurrección.