22 de octubre
Sábado XXIXX
Rm 8, 1-11 El Espíritu de Dios habita en vosotros.
Es así. Y por eso me vivificas. Déjame hoy recordar esta verdad: tú habitas en mi, soy templo tuyo, tú me vivificas…en el silencio más profundo de mi ser grábame esta realidad: soy tuyo, tú me has creado y has alentado en mi tu Espíritu, por pura iniciativa tuya. Me has hecho para Ti, en Ti. Gracias, Señor.
Sé Señor que tu espíritu habita en mi, siento su fuerza, me hace reconocerte en mis hermanos, aplacar mis iras, retomar la senda del amor.
Siempre suelo decir muy convencida, que tú pones luz a mis palabras. ¡¡No me dejes nunca espíritu Divino!!