4 de julio
Miércoles XIII semana
Gn 21, 5.8-20 Abrahán tenía cien años cuando le nació su hijo Isaac
Nunca es tarde, el tiempo en manos de Dios tiene otra medida. Los acontecimientos suceden cuando tienen que suceder, en su sazón. A veces somos nosotros los que nos impacientamos y precipitamos que las cosas sean, y las abortamos por nuestras prisas. ¿Alguno de nosotros puede anticipar que salga el sol? Abrahan tuvo fe, confianza en que se cumpliría la promesa. Y tuvo
que esperar cien años, una eternidad, para verla realizarse.
¡Que buena pregunta!. Nadie puede anticipar la salida del sol.
La impaciencia es mi principal defecto. Quiero todo «ya».
Hoy mi oración es para pedir paciencia y comprender que teniendo fe, no se puede tener prisa.