28 de noviembre
Miércoles XXXIV
Ap 15, 1- 4 Grandes y maravillosas son tus obras, Señor
El que esta mañana respire el aire de tu aliento; que abra los ojos y pueda contemplar las maravillas de tu amor, esparcidas por la noche llena de estrellas, que va dando paso al clarear del día. Que el cielo se abra y lluevan tus bendiciones en lo más sencillo y cotidiano, en lo pequeño y singular, en lo que constituye en entramado de la historia del hombre, de la historia universal, de la historia de salvación donde sólo tú engendras belleza singular. En el seno del ahora, en el útero de la realidad, en la entraña de mi ser, grandes y maravillosas son tus obras, Señor.
Amor gratuito, generoso, imprevisible, evidente y deslumbrante,
de una ternura indescriptible, no excluyente, integrador, delicado…
que se derrama sobre nosotros sin quererlo ni pensarlo
y nos alcanza y envuelve para no dejarnos.
Grande es su poder, inmensa su misericordia
¡¡Amén!! Gracias por la meditación.
Luz de luz, estrella de estrella, sol de sol,
así eres Tù, mi Señor.
Grandes y maravillosas son tus obras.