todo

20 de marzo
Viernes III

Mc 12,28-34 Amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser

Amarte desde tu mismo amor, con todo mi corazón, con todo mi entendimiento, con todo mi ser. Y amar al prójimo como a mi mismo. Ayúdame a vivir tu mandamiento, olvidado de mí mismo.

José


19 de marzo
San José

Mt 1.16-18-21 José, su esposo, como era justo

Hazme, Señor, justo como José. Casto como José. Unido a María. Atento a ti. Tuyo siempre.

tu corazón

18 de marzo
Miércoles III

Dt 4,1.5-9 Guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas.

Bien me guardas tú, pues sin ti, ¿de qué soy capaz? Por eso tú me guardas de olvidar las maravillas que haces en mí, cada día. Día tras día te bendeciré, y alzaré las manos invocándote. Cantaré eternamente las misericordias del Señor. Bendice alma mía al Señor y no olvides sus beneficios.

Pequeño

17 de marzo
Martes III

Dn 3, 25.34-43 Somos el más pequeño de todos los pueblos

Hace muchos años, bien lo sabes tú Señor, te dirigí la oración de Azarías con gran verdad de mi corazón: no me desampares, no tengo nada, ni un sitio donde ofrecerte primicias para alcanzar misericordia. Sensación de despojamiento y abandono. Abandono en ti. Desde entonces te sigo buscando de todo corazón, busco tu rostro, que me tratas segñun tu piedad, según tu gran misericordia. Gracias

mi sed

16 de marzo
Lunes III

Salmo 41 Mi alma tiene sed del Dios vivo

La sed, mi ser de ti, mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. Así voy, como el cervatillo que busca corrientes de agua en ti. Envíame tu luz y tu verdad, que ellas me alejen de las tinieblas, del poder de la mentira. Señor, dame de tu agua.

cadena de oración para vivir la pandemia

15 de marzo
III domingo de cuaresma

Jn 4, 5-42 Si conocieras el don de dios

Señor, en esta crisis de la pandemia del coronavirus, que de una manera especial padecemos en España, y en muchos otros países, danos el acercarnos a tu don. Que intensifiquemos nuestra vida de oración (me pongo en estado permanente de oración, junto con vosotros, en mi comunidad religiosa marianista, donde estamos recluidos diez religiosos). Hagamos de nuestro ser una lámpara encendida que arda para gloria y alabanza de Dios e intercesión por nuestros hermanos más afectados. Que con nuestra actitud colaboremos a la responsabilidad social, a que el virus no se propague. Que crezcamos en caridad hacia nuestros hermanos, que nos olvidemos de nosotros mismos. Que Dios nos ayude a vivir todos estos acontecimientos que nos crucifican a la luz de la pascua. Que seamos hombres y mujeres de fe, y demos muestra de la santidad a la que Dios nos llama en estas circunstancias concretas de nuestra vida.

Que María, la madre de Jesús, interceda por nosotros.
Rezo por vosotros. Rezad por mi.

 

tu beso


14 de marzo
Sábado II de cuaresma

Lc 15, 1-2.11-32 Se le echó al cuello y o cubrió de besos

Se te conmueven las entrañas. Te echas a mi cuello y me besas. Hoy mismo me decías: “acércate, rodea mi cuello. Te ofrezco mi beso. Te he adquirido como herencia, de suerte que no seas poseído por nadie más. Entrégate totalmente a mi, que me entregué totalmente a ti” (Richard Rolle, místico inglés, ermitaño del siglo XIII)

el soñador

13 de marzo
Viernes II de cuaresma

Gn 37, 3-4.12-13.17-28 Ahí viene el soñador. Vamos a matarlo.

Los que reciben amor del padre, y lo acogen, y disfrutan de la ternura paterna, de su bondad y misericordia, tan rica, suscitan la envidia de los hermanos mayores, que siempre han estado en la casa del padre, y no son capaces de soñar, ni de crear, ni de imaginar una vida de dicha sin fin, en los atrios maravillosos de la casa del señor. Vamos a matarlo con nuestra envidia, con nuestro rencor, con nuestro corazón estéril…y así, Señor, vamos repitiendo la historia de tu salvación, que se derrocha en la humanidad.

un mendigo

12 de marzo
Jueves II cuaresma

Lc 16, 19-31 Un mendigo llamado Lázaro estaba tendido en su portal, cubierto de llagas

Así una gran multitud de hombres y mujeres, de niños, de jóvenes, de ancianos, con ganas de saciarse de lo que cae de la mesa de los ricos. De mi mesa. Perdóname, Señor, y ten misericordia de mí, que soy un pecador, con el corazón cerrado a los más pobres y necesitados de nuestro mundo. De verdad cerrado. Ábreme tú, Señor.