29 de octubre
Martes XXX
Rm 8, 18-25 Los sufrimientos no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá
Allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque al contemplarte como tú eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos eternamente tus alabanzas, por Cristo Señor nuestro, porque concedes al mundo todos los bienes. Me brota esta oración de la misa, cuando recordamos a un difunto. Vida y muerte son un asunto serio. Todo pasa deprisa.
Contemplaré tu gloria y quedaré radiante.