7 de febrero
Martes V
I Reyes 8, 22-23.27-30 Vuelve tu rostro a la oración y súplica de tu siervo, Señor
Díos mío, escucha el clamor y la oración que te dirige hoy tu siervo. Día y noche estén tus ojos abiertos sobre este templo, sobre el sitio donde quisiste que residiera tu nombre.¡ Escucha la oración que tu siervo te dirige en este sitio! Y dicen, Señor, que te referías al templo de tu cuerpo. Somos templos tuyos, en nuestro cuerpo. Y ahí es donde tenemos que adorarte, en espíritu y verdad. Y dirigirnos a ti desde el templo de tu Iglesia santa.