23 de abril
Lunes III de Pascua
Jn 6, 22-29 Trabajad no por el alimento que perece, sino por el que perdura
De nuevo una invitación, que paree un mandato, pero que es invitación, pues Tú siempre, Señor, nos das la oportunidad, y la libertad, de hacerte o no caso, de cumplir o no tu voluntad. Ante mi trabajo me puedo preguntar: ¿por qué lo hago? ¿qué tipo de relación tengo con mi trabajo, que normalmente ocupa buena parte de mi jornada? ¿Trabajo algo, en algún momento del día, por el alimento que perdura? ¿Por ti, Señor?