25 de febrero
Sábado después de ceniza
Is 58, 9-14 Cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo…
Y sacies el alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía. El Señor te guiará siempre, hartará tu alma en tierra abrasada, dará vigor a tus huesos. Serás un huerto bien regado, un manantial de aguas que no engañan.
Basta hoy tu Palabra. Para rumiarla, para encarnarla, para que me hagas tuyo.