17 de septiembre
Lunes XXIV
Lc 7, 1-10 Señor, no soy digno de que entres en mi casa
Estas palabras, que merecen un elogio encendido de Jesús, “os aseguro que en todo Israel no he encontrado tanta fe”, son las que repetimos cada día en la eucaristía, antes de la comunión. No soy digno de que tú vengas, y vienes. No soy digno de que entres en mi casa y estás conmigo, compartiendo cada momento de mi historia, los que están más cerca de ti, y también en los que pretendo alejarme. Aquí estás tú, siempre, en mi interior, en mi casa.
la humildad del centurión es digna de destacar. siendo un hombre acostumbrado a mandar a sus subalternos, de formación militar, quiza acostumbrado al maltrato, a la severidad, pero tambien a la disciplina nos enseña que no importa el cargo o trabajo que desempeñemos, lo que interesa es acercarnos a Jesus con mucha humildad y decirle que tampoco somos dignos, porque somos pecadores. Si apelamos a la misericordia de Dios pero lo hacemos con fe verdadera, seguro que vamos a encontrar la pronta respuesta de Dios. Bendiciones