28 de noviembre
Viernes XXXIV
Ap 20, 1-4.11-21,2 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva
Atisbé entra las rendijas de la historia las yemas de la higuera, los capullos de las flores, los nidos de las cigüeñas, el despuntar de la aurora, la paz en mi corazón, la armonía de lo que existe y lo que no existe, el don y la entrega, tu rostro de niño, de crucificado, de resucitado, y comprendí, sin maravilla ninguna, que todo lo que sucede indica que está cerca tu reino, que se hace tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Amén.