Dichosos

10 de septiembre
Miércoles XXIII

Lc 6, 20-26 Dichosos los pobres

Dichosos los pobres, dichosos los que ahora tenéis hambre, dichosos los que lloráis, dichosos cuando os odien en mi nombre…¿Caben dichas más extrañas? Cabe una Palabra tuya más diferente y singular, más transformadora, más sísmica? Alegraos y saltad de gozo, porque mis criterios dan la vuelta a los vuestros, y así, escuchando mi Palabra, tenéis ocasión de convertíos y creed en el evangelio.

09.10

En oración

9 de septiembre
Martes XXIII

Lc 6, 12-19 Pasó la noche orando a Dios

En silencio, en la oscuridad, en soledad, ante tu Padre, abandonado, en sus manos, corazón tendido, entregado, enternecido, desgranado, herido. Despojado de todo, de ti mismo, olvidado, dejado. Uno con él. Sin límites. Fuente e icono de nuestra oración en medio del bullicio sonoro y silencioso, de las multitudes errantes, de la fragilidad, de la limitación. Haznos, Señor, hombres y mujeres de oración, por tu misericordia. Como tú, conttigo, en el Padre.

09.09

Natividad de María

8 de septiembre
Natividad de la santísima virgen

Rm 8, 28-30 A los que predestinó, los llamó

Predestinada, llamada, elegida, glorificada, unida a ti desde su concepción, desde el inicio del ser, tu madre, María. Hoy celebramos su nacimiento, que abrió una brecha para que entraras tú en nuestro mundo, en nuestra historia. Por María te recibimos en lo sencillo, en lo cotidiano, en lo que no parece y sin embargo es. Gracias por tu madre, Señor.

09.08

Deber amor

7 de septiembre
XXIII domingo

Rm 13, 8-10 A nadie le debáis más que amor

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos, como tú, por sus hermanos, como tú, por toda la humanidad, sea como sea. Nos has abierto el camino del amor, del desprendimiento, de la gratuidad, del olvido de sí. Nos has abierto tu costado, para que entremos en la intimidad del corazón que nos ofreces, lleno de amor. A nadie le debáis más que amor. Gracias, Señor.

09.07

Basura

6 de septiembre
Sábado XXII

Cor 4, 6-15 Nos tratan como a la basura del mundo, el desecho de la humanidad

Estás presente, señor, en el sacramento de tu amor que son los pobres de nuestro mundo. Quiero adorarte en sus heridas, quiero besar sus llagas, quiero entregar mi vida en su servicio, quiero vender todo lo que tengo y seguirte en pobreza, desprendido de todo…Los inmigrantes que siguen llegando en pateras, los que mueren de hambre y sed de justicia, los que rebuscan en los basureros de nuestra sociedad. Conviérteme, desde la pobreza de mi riqueza, en riqueza de tu pobreza.

09.06

Servidor

5 de septiembre
Viernes XXII

I Cor 4, 1-5 Que la gente solo vea en nosotros

Haz sincera mi oración, Señor: que la gente solo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.
En tu misterio misterio. En tu misterio luz y claridad, en tu misterio oscuridad. En tu misterio fe, esperanza, caridad. En tu misterio acurrucado y desapercibido. En tu misterio, palabra y huracán. En tu misterio, voz de silencio sutil. Sin dejar de ser en ti, por ti, para ser en ti misterio. Perdido en adoración.

09.05

Necio

4 de septiembre
Jueves XXII

I Cor 3, 18-23 Que nadie se engañe

Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Dame la sabiduría asistente a tu trono. La sabiduría de tu cruz, desposeído de mi mismo. La sabiduría del no saber. La sabiduría del no aparentar, del no contar, del no ser tenido en cuenta, del no saber.
En tus manos.

09.04

Íntimo

2 de septiembre
Martes XXII

I Cor 2, 10-16 ¿Quién conoce lo íntimo del hombre?

Tú, más íntimo que mi propia intimidad. Tú el tesoro. Tú la perla preciosa. Tú la morada. Tú mi ser. Tú mi entraña verdadera. Tú mi respiración. Tú mi sueño. Tú mi vela. Tú eres más grande que lo que pueda decir con mis palabras. Tú eres tú, dador y creador de vida, y tu espíritu que lo sondea todo, brota en una palabras que no pueden contenerte. Tú eres tú, eres el que eres, desde siempre y para siempre, déjame sin voz.

09.02

El Misterio de Dios

1 de septiembre
Lunes XXII

I Cor 2,1-5 Cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios

…no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y ese crucificado….mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu.

Tu Palabra, una vez más, llega oportuna, y me da la clave. Hace diez años, el 1 de septiembre del 2004, me movías a escribir el primer comentario de Dimeunapalabra. Desde entonces, y como siempre, «tu fidelidad es grande, tu fidelidad incomparable es, nadie como tú, Bendito Dios, grande es tu fidelidad». Me abres al misterio que me habita, Gracias, Señor.

09.01