10 de septiembre
Miércoles XXIII
Lc 6, 20-26 Dichosos los pobres
Dichosos los pobres, dichosos los que ahora tenéis hambre, dichosos los que lloráis, dichosos cuando os odien en mi nombre…¿Caben dichas más extrañas? Cabe una Palabra tuya más diferente y singular, más transformadora, más sísmica? Alegraos y saltad de gozo, porque mis criterios dan la vuelta a los vuestros, y así, escuchando mi Palabra, tenéis ocasión de convertíos y creed en el evangelio.
Si no tomamos muy en serio éstas palabras de Jesús, seremos unos desdichados.
Ya que ignoramos o no hacemos nada por ayudar, creo que Jesús no quiere que abunde la pobreza, sino que los que podamos la evitemos, para mí, ésta es mi responsabilidad.
Bienaventurados los ricos que sean capaces de desprenderse de lo que no es suyo
Bienaventurados los poderosos que empleen su energía en cambiar las estructuras
Bienaventurados los soberbios que al tropezar entiendan que necesitan ayuda
Bienaventurados los de corazón endurecido si logran conmoverse ante el Misterio