Tal cual

21 de enero
Sábado II
Mc 3, 20-21 Jesús fue a casa con sus discípulos y se junto de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.

Esta es tu Palabra. Para hoy.

Monte

20 de enero
Viernes II
Mc 3, 13-19 Jesús, mientras subía a la montaña,…

Subir contigo a la montaña, subir, subir, dejando todo, llevando nada, subir subir contigo a la montaña, en silencio, con todo el cansancio de la escalada, subir, subir, y luego nada, nada, desprendido de todo, nada, nada, para alcanzar la dicha que no se alcanza, que es puro don inesperado, para ser llamado porque me quieres, para que vaya contigo a proclamar tu salvación.

Confío

19 de enero
Jueves II

Salmo 55 En Dios confío y no temo

Bueno es poner la confianza en ti, Señor, solo en ti descansa mi ser confiadamente, que se recuesta en tu pecho anhelando el latido de tu amor, en el silencio de la noche, bello hasta cansar mi corazón, Dios mío. Confiar y no temer, pues tu eres mi fortaleza y mi auxilio, pues tu eres en mi mi propio ser. Disuélveme en la confianza más radical. Aleja los miedos que me doy.

Nuevo

18 de enero
Miércoles II

Salmo 143 Te cantaré un cántico nuevo

Y me pregunto cuál es el cántico que hoy te quiero cantar en novedad de amado, cuál es el canto que te puedo cantar desde la vida nueva que continuamente me estás ofreciendo, cuál es la melodía  vital con la que estoy alabándote sin saberlo y que hoy quiero hacer consiente. Pon tu la música en mi corazón, Señor, junto con la letra de tu Palabra.

Fardos

 17 de enero
Martes II

Mc 2, 2-28 El  sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado

Perdona, Señor, los fardos pesados que ponemos sobre tantos hombres y mujeres a través de normativas que asfixian, que cierran el corazón, que son como pesadas cadenas que impiden acudir con libertad a la dicha de tu amor, a la voz cálida que llama para proclamar un año de gracia y de perdón. Perdona, Señor, a tantos hombres y mujeres tuyos que embrutecidos por la ley no saben dar una palabra de aliento ni de consuelo.

 

Estás

16 de enero
Lunes II

Mc 2, 18-22 Mientras tienen al novio con ellos no pueden ayunar

El novio, el deseado, el amado, el amante, el que con su mirada lo cubre todo de su hermosura, el que hace desbordar mi corazón de gozo inefable, el que me deja con un no se que que queda balbuciendo tras acercarse para unirse en lo más recóndito y desconocido de mi ser y llevarme a las profundas cavernas del sentido, el novio, tan presente, tan inasible…¿cómo voy a ayunar?

Aquí estoy

15 de enero
Domingo II
I Sm 3, 3b-10 Aquí estoy, vengo porque me has llamado

Por  tres veces el joven Samuel  acude, en el silencio de la noche, a Elí, creyendo que era él el que le convocaba. Se presenta en el lugar, se presenta con su ser y su disponibilidad, ha salido de su sueño para entrar en la dinámica de la respuesta al que llama. Así quiero ponerme delante de ti cada día.  Así, para terminar diciendo: “Habla, Señor, que tu siervo te escucha”

Tiempo ordinario VI

14 de enero
Sábado I

Mc 2, 13-17 Sígueme

Sígueme a lo largo de este año que acaba de comenzar; sígueme en tu trabajo, en tu descanso; sígueme en la salud y la enfermedad; sígueme en la soledad y en la compañía; sígueme en la gracia que te doy y en el pecado que me devuelves;  sígueme en toda circunstancia de tu vida; sígueme incondicionalmente, sígueme con amor. Se levantó y lo siguió.

Tiempo ordinario V

13 de enero
Viernes I

Mc 2, 1-12 Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios

Tras el milagro la gente se queda admirada…y entra en una dinámica de reconocerte como salvador, y por lo tanto de dar gloria a Dios. Dar gloria a Dios: por tu presencia, por lo que veo, por lo que no acierto a contemplar, por lo que sucede, por los mecanismos de salvación que no acierto a comprender. Dar gloria a Dios porque de Ti procede todo bien.

Tiempo ordinario IV

12 de enero
Jueves I
Mc 1, 40-45 Si quieres puedes limpiarme.

Eso te pido, redímeme de mi mismo, Señor, por tu misericordia. Cristo Jesús, luz interior, no dejes que mis tinieblas me hablen. Que la lepra de mi ego, de los filtros con las que interpreto la realidad y me acerco a ti, quede curada, sea purificada, me haga limpio. Te lo suplico de rodillas, como el leproso del evangelio de hoy. Se que tú me escuchas, Señor.