20 de noviembre
Martes XXXIII
Ap 3, 1-6.14-22 No eres ni frío ni caliente
Tengo nombre de vivo pero estoy muerto. Creo que estoy en vela pero me va a sorprender el ladrón. No soy frío ni caliente. Soy desventurado y miserable, pobre, ciego y desnudo. Si me dejo llevar por las acusaciones del apocalipsis encuentro, Señor, reflejado lo que soy sin pretenderlo, sin darme cuenta. Pero encuentro a lo que me llamas: a reanimar lo que queda, a ser vestido por tu gloria, a participar de su victoria sobre el mal. Revísteme de tu belleza y déjame morir en ti.
Blanco sobre negro
en el columpio de la vida
serena ante ti
Entra en mi casa, cerraré la puerta y estaré sólo contigo