Luz y salvación

4 de abril
Viernes II de Pascua

Salmo 26 El Señor es mi luz y mi salvación

Se va adentrando tu Pascua en el espesor de lo cotidiano, Señor, y tengo que pararme para repetir con más conciencia el versículo de este salmo, que llena de tu claridad mi día, que me hace estallar en el deseo de desear tu vida: tú eres mi luz y mi salvación, tu eres la defensa de mi vida, una cosa te pido, gozar de tus dulzuras en medio de mis amarguras, contemplar tu rostro en el país de la vida, que es cada día que me ofreces como luz y salvación, unido a ti.

Testigos

3 de abril
Jueves II de Pascua
Hechos 5, 27-33 Testigos de esto somos nosotros

Testigos tuyos, Señor; testigos de tu muerte y tu resurrección; testigos de tu Palabra, testigos de tu verdad, testigos de tu vida. testigos tuyos en medio de nuestro mundo, en las circunstancias concretas que a cada uno nos han tocado vivir. Testigos en medio de la ciudad, en el campo, en el mar, en la montaña, entre los hombres y mujeres que no te conocen  o que, habiendo oído hablar de ti, viven como si no te conocieran o te ignoran. Testigos que no pueden dejar de dar el testimonio de tu vida y tu amor ofrecido.

Salvación

2 de abril
Miércoles II de Pascua

Jn 3, 16-21 No mandó a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él

Porque Dios amó al mundo tanto que todo se ha vuelto una cuestión de amor. Y el amor todo lo puede, y todo lo soporta. El amor perdona sin límites, soporta sin límites, aguanta sin límites. Porque el amor no pasa nunca. Porque el amor es el que salva, el amor acoge, dialoga, tiende una mano…el amor perdona y no condena. El amor salva. Y así hace Dios contigo y conmigo, y así quiere que demos testimonio de él, y de su amor en el mundo.

Nada de nadie

1 de abril
Martes II de Pascua

Hechos 4, 32-37 Nadie llamaba suyo propio nada

Lo mío no es lo tuyo, Señor. Porque lo tuyo es partir y repartir, partirte y repartirte, sin guardar nada, sino dando la vida hasta el extremo, por amor. Dándote, generosamente, sin límites, desapropiándote. Lo que hemos vivido en el misterio pascual nos invitas a vivirlo en la comunidad, que es la Iglesia, al igual que en los inicios. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían…luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.

Anunciación

31 de marzo
Anunciación del Señor

Lc 1. 26-38 Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo

Este año la alegría de tu poner la tienda entre nosotros, y hacerte carne en la carne de María, viene bañada por la alegría plena de tu resurrección. Hace más de un siglo que la anunciación no se celebraba en Pascua. Encarnación anunciada,  al inicio. Pascua proclamada, como culminación de una vida compartida con la humanidad, en la que pasaste haciendo el bien. Y junto a ti, desde el principio, María, con su “Sí” a tu voluntad, a tu Palabra, a tu historia dentro de la humanidad.  Alégrate.

En común

30 de Marzo
Domingo II de Pascua

Hechos 2, 42-47 Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común

Uno de los frutos de tu Resurrección, Señor, es que todos somos uno, como tu y el Padre sois uno en la Vida, en la Luz, en el amor. Comunidad de creyentes que evitan la dispersión, el ir cada uno por su lado, el no formar un cuerpo en tu cuerpo resucitado. Tú nos unes como comunidad de creyentes que escuchan juntos tu Palabra, que celebran juntos tu eucaristía, que oran, que lo ponen todo en común y lo reparten según la necesidad.  Tú, Jesús resucitado, nos unes. ¿Nosotros nos dejamos unir?

Anunciar

29 de marzo
Sábado Octava de Pascua

Mc 16, 9-15  Fue a anunciárselo

Saber de tu resurrección y comunicarlo es todo uno. Ellos estaban de duelo y llorando y no la creyeron. Ellos fueron a anunciarlo a los demás, después de haberle visto en el camino y reconocerle al partir el pan, y no los creyeron. Y los mismos que han experimentado la duda, los que han sido reprendido por ti por la incredulidad y dureza de corazón, son enviados a anunciar el evangelio a toda la creación. Así nosotros, también, como los apóstoles. Dudamos y somos enviados.

No lo se

28 de marzo
Viernes Octava de Pascua

Jn 21, 1-14 Pero los discípulos no sabían que era el Señor

Estabas en la orilla, cuando amanecía. Siempre traes la luz, tu pascua es claridad, aleja las tinieblas y las sombras de muerte. Apareces, Señor, mientras estamos en el trabajo, mientras nos esforzamos, mientras experimentamos nuestras limitaciones, nuestra impotencia. Y tú estás ahí, aunque no sepamos que eres tú, aunque…Necesitamos, deseamos, que nos dirijas la palabra, que nos invites a echar las redes, para darnos cuenta. Necesitamos, y deseamos, que el amor, tu propio amor, nos abra los ojos para verte y reconocerte: Es el Señor.

Paz a vosotros

27 de marzo
Jueves Octava de pascua
Lc 24, 35-48 Paz a vosotros

Que seamos, Señor, hombres y mujeres de paz, que trasmiten tu paz, que la cultivan, que la ofrecen, que la donan gratuitamente, que la proclaman, que la viven y la transmiten. Tu paz en mi mirada, tu paz en mis labios, tu paz en mi corazón Tu paz en mi mano tendida y reconciliadora. Tu paz que todo lo llena y todo lo hace uno, en ti, príncipe de la paz. Tu paz que se derrama en el universo y en todas las criaturas. Tu paz crucificada, tu paz resucitada y resucitadora.

 

 

Arde el corazón

26 de marzo
Miércoles octava de Pascua

Lc 24, 13-35 ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las escrituras?

Arde mi corazón, Señor, cuando te acercas y me dices una palabra que interpreta y clarifica mi vida; arde mi corazón cuando me paro a escucharte y me abres a la soledad sonora de tu presencia, cristalina fuente que en la bodega interior, donde me habitas, me llenas de tu semblante plateado. Arde mi corazón, Señor, y recoge en su fragilidad la llama de tu amor vivo que me consume sin pena por el camino. Arde mi corazón, Señor, en la cena que recrea y enamora. Arde mi corazón  y me haces fuego de amor porque me llamas a anunciar que verdaderamente has resucitado y te apareces en la realidad de nuestra vida.