20 de junio
Viernes XI
Mt 6, 19-23 No atesoréis tesoros en la tierra….
No solo porque la polilla y la carcoma se los comen, y los ladrones hacen agujeros para robarlos, sino porque los tesoros no me ofrecen la verdad, la belleza, la unidad a la que estoy llamado en Ti, Señor. Al contrario, los tesoros me llenan de inquietud, y de ansia, pues debo protegerlos, custodiarlos, hacerlos producir…y pongo mi vida al servicio del tesoro que me la quita. El tesoro material hace mi corazón material, sin carne para que tú te encarnes en mi.
Creo que nunca hay que atesorar y dejar las cosas quietas en un sitio sino que aprovechar el poseer de cosas de las que otros carecen para hacerlas producir y así poderlas compartir.
Atesorar, llenarse de tesoros nos llena la vida de miedos e intereses, y tener la vida llena no nos deja espacio para atesorar el verdadero tesoro, Dios.
Señor, que tu Palabra sea mi verdadero tesoro, que tu Palabra sea la que me enriquezca, ella me quita el miedo, me anima a seguir cuando estoy cansada y me lleva a ti que me esperas.
No quiero poner mi vida al servicio de las cosas materiales, sino a tu servicio, Señor.