14 de diciembre
III Domingo de Adviento
1 Ts 5, 16-24 Sed constantes en el orar
Invitación, mandato, que nos haces en este adviento para preparar tu venida. Oración que es encuentro en intimidad contigo, que es gratuidad sin medida, que es buscarte solo a ti en ti y por ti, que es acogerte, hacerte seno en mi. Como María, que recibió tu Espíritu y desbordó de gozo, que proclamó la buena noticia a los que sufren, que dio gracias en toda ocasión…orar como María, tu madre, Señor, que sigue orando por nosotros, pecadores.
Hermosas palabras de Pablo hoy: «estad siempre alegres», «sed constantes en el orar».
La constancia en la oración nos hace estar alegres. La oración continua nos acerca a Dios y Él, con su amor, nos aporta la alegría que necesitamos para continuar caminando y continuar repartiendo.
Es la oración constante y la unión constante con el Señor la que nos hará repetir con María: «Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador». Y con María, y de su mano, seguimos esperando la llegada de Jesús y viviendo el Adviento unidos en la oración.
Señor, nos pides que oremos, que nos pongamos ante ti para empaparnos de tu presencia y curar nuestras heridas y darnos sentido. Nos pides que cada día acudamos a tí con toda nuestra existencia (como el fotógrafo con los negativos a su cámara oscura), para revelarla a la luz de tu verdad y devolvernos la vida en positivo. Nos pides que oremos para calarnos con tu amor hasta los huesos y preparar con gozo un pobre pesebre en nuestro corazón, porque muy pronto vas a nacer.