2 de diciembre
I domingo de adviento
Is 2, 1-5 Ven, caminemos a la luz del Señor
Ven, palabra que abre el adviento; decimos, ven, Señor, no tardes ya; ven, Señor, que te anhelamos, que esperamos tu venida; ven, Señor, en ti ponemos la esperanza de que nos saques del dominio de las tinieblas y de las sombras de muerte que a veces atenazan nuestra vida. Y tú respondes: Ven tú, camina a mi luz, date cuenta del momento en que vives, es hora de despertarte del sueño y vivir tu realidad, y vivir mi presencia en ella. Ven, porque la salvación esta ya más cerca.
En este primer Domingo de Adviento, salgamos al encuentro del Señor.
Que al ir encendiendo cada una de sus velas se disipen las tinieblas del pecado, y comience a clarear la luz de tu presencia en nuestras almas. Que por el espíritu de oración, penitencia y sacrificio, la caridad en nuestra vida nos prepare para recibirte y anuncie a los que nos rodean tu presencia entre nosotros.
Adviento, esperanza, ilusión por lo que tiene que venir. Esperamos la luz después de las tinieblas. Esperamos la vida después de la muerte. Esperamos al Salvador para que nos enseñe el camino.
Hoy me encomiendo a María, la Reina del Adviento. Ella supo esperar mejor que nadie. Ella escuchó al Ángel, confió en Dios, se entregó a su voluntad, se cubrió de paciencia y esperó. Y, por fin, llegó la Navidad para Ella, nació su Hijo, nos acercó a Dios.
Que María nos lleve por el camino de la esperanza, la confianza, la entrega, el abandono y la paciencia. Con Ella llegaremos a la Navidad.
Muy acertadas como siempre las palabras del Señor, en estos momentos en que mi país pasa por momentos de cierta turbulencia…Reencontrarnos con Dios, con su luz que nos guía hacia nuevos senderos, que nos muestra las verdades del camino…Gracias Señor, por tu presencia siempre eterna y amorosa, por tu Amor y tu misericordia