26 de octubre
Sábado XXIX
Rm 8, 1-11 El Espíritu de Dios habita en vosotros
Esta es la verdad. Desde el seno de María, habitada por tu Espíritu, habitas en la humanidad, en la propia carne. Habitas en mí, Señor, y me unes a tu vida en mi debilidad, en mi cuerpo de muerte. Prendes fuego en mi interior, me das mucho, me exiges mucho; tu gracia se derrocha en mi, me llenas de tus riquezas. Despréndeme de ellas. Déjame creciendo en ti, en el silencio y la soledad de la oración.
Mis manos entre tu cuerpo
desaparecen.
mis labios beben tu sangre,
Al fin seré todo en ti
nada en mi
¿Qué han hecho los pájaros para acabar en jaulas?
¿los niños para provocar la ira?
¿las madres para merecer abandono?
¿los padres para perder su dignidad?
¿Qué hemos hecho para olvidar así tu palabra?