24 de septiembre
Miércoles XXV
Lc 9, 1-6 Les envió a proclamar el reino de Dios y a curar enfermos
Sanar las enfermedades es un signo de Tu presencia entre nosotros, Señor. Enfermedades del cuerpo, ¡tantos conocidos enfermos!, enfermedades del alma: soledad, frustración, fracaso, sentimiento de pérdida, de abandono, dolor de corazón por una situación familiar, laboral, pobrezas, sufrimientos, marginación. Ahí estás tú, en tu Iglesia, proclamando tu Reino que sana y salva. Ahí quieres seguir estando, a través nuestra. Manifestando tu misericordia.
Señor, Tú nos envías cada día a proclamar el reino de Dios y a curar enfermos. Me siento una privilegiada por sentirme enviada por ti, porque mirando a mi alrededor me doy cuenta de todo lo que hay que curar, de todas las enfermedades que hieren el cuerpo y el alma, del vacío tan grande que existe donde tu reino no llega o no se le escucha.
Tú, Señor, cuentas con nosotros. Yo hoy quiero trabajar por ti y para ti.
Ahí estás tú, en tu Iglesia, proclamando tu Reino que sana y salva. Estás en tu Iglesia, Señor, hoy, enmedio de esta sociedad tan necesitada de curación y de salvación. Y en tu Iglesia me acoges y me envías, nos acoges y nos envías a sanar y a salvar. ¡Que no se nos olvide nunca que ésta es tu empresa, no la nuestra!
¡Que conservemos siempre la Esperanza!