27 de enero
Sábado III semana
Mc 4, 35-41 ¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?
Uno de los muchos reproches que dirige Jesús a los discípulos, y que nos podemos aplicar nosotros mismos. Casi siempre están relacionados con la falta de fe.
De una fe que penetra el corazón y moldea la vida. La fe que es confianza infinita en Dios, Padre amoroso y providente; en Jesús, que nos ofrece la salvación; en el Espíritu, que fortalece la fe, que fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve.
Yo también a veces siento que mi barca se empieza a llenar de agua. Pero, gracias a Dios, no tengo miedo a hundirme. Porque siempre termino encontrándolo a Jesús y zafo. El Señor no me abandona. Más, en realidad, estoy seguro que es él que me busca y me encuentra. Muchas veces tus comentarios, Nano, han sido el vehículo para sentirlo a mi lado. ¡Muchas Gracias!. – Carlos Martorell, Argentina
Muchas veces oigo a Jesús decirme cobarde. Y siempre vengo a este pasaje del Evangelio a leerlo y releerlo para encontrarme con esos discípulos a los que me parezco y poder oír con ellos la voz de Jesús.
No quiero ser cobarde, pero son muchas las circunstancias de la vida que me empujan a esa cobardía. Es mi barca la que a veces zozobra y me parece que Jesús está dormido. Entonces es necesaria la oración para saber que Él no duerme nunca.
Nano gracias por estos ratitos tan pequeños y tan grandes que nos das.