19 de febrero
Viernes I de cuaresma
Mt 5, 20-26 Si cuando vas a poner tu ofrenda ante el altar
Líbrame del rencor, Señor, del recuerdo lacerado, del dolor estéril, de los dimes y diretes, de la animadversión contra alguien, del mal del murmullo, dame tu corazón sencillo, olvidado de sí, para perdonar las ofensas, a quien me haya ofendido, a quien crea que me ha ofendido, desata mis nudos de odio y rabia, hazme dócil en el amor, amante de pedir perdón.
En ocasiones es fácil, casi inmediato, dejarse arrastrar por un sentimiento de animadversión hacia quien ha propiciado una situación que consideramos injusta. Pero en el silencio de la reflexión se impone la oración que Tú nos enseñaste: «…como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden…»
Y la fuerza poderosa de tu Espíritu nos devuelve a seguir valorando y estimando a los que nos rodean, que también son parte de tu Cuerpo.
Señor, sabes que lo que más me cuesta es olvidar.
Te ruego me ayudes a no dar cabida en mi corazón a ningún recuerdo, ni ofensas.
Que lo mismo que yo quiero ser perdonada, sepa pedir perdón, olvidando todo.
Que por encima de todo me llenes mi corazón de amor.