22 de abril
Lunes IV de pascua
Jn 10, 1-10 Las ovejas atienden a su voz
Tu aliento se transforma en palabra. Exhalaste tu espíritu y me construiste, no me puedo resistir a tu voz. “Tu voz aquí, a lo lejos, que le da sentido a todo, tu voz que es la música de mi alma, tu voz, sonido del agua, conjuro, encantamiento.” En el principio existía tu palabra. Tu voz es tu luz. “Hágase la luz”. Dejas tu Palabra sobre el sonido de tu luz. Solo en el silencio de la espera puedo escuchar tu voz, pues tu voz es sutil silencio, y en el silencio del cosmos me pronuncias “diciéndome la claridad calladamente”. Tu voz de Buen pastor.
Arrebatada
en torbellinos de luz
por tu Palabra
¡¡Así sea!!