14 de junio
Viernes X
II Cor 4, 7-15 El tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro
Para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no procede de nosotros. Me paro y me doy cuenta: el tesoro que me has hecho descubrir, la veta de todos los bienes para comprar el campo del tesoro, el ministerio recibido, la fragilidad con que te acojo, el propio pecado, las maravillas que realizas a través nuestra, tu fuerza que se manifiesta en mi debilidad, todo el bien, la belleza y la bondad que proceden de ti y que llegan a mí. Y te doy gracias.
Sólo por ti
se llena.
Sólo ante ti
no quiebra
Sola ante ti.
Amen…
Tambien en mi vocación de matrimonio, como escuela de misericordia, Señor me doy cuenta las cosas grandes que has hecho en nosotros. Este amor de donación, este potencial de entrega… En mi debilidad me haces fuerte.
Amen.
Caidos, pero no aniquilados, los perseguidos por defender la justicia impulsan el mundo con su dignidad
«Para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no procede de nosotros.»
El que diga lo contrario no conoce sus flaquezas. tenemos la gran dicha de poder colaborar, llevando la Vasija, pero cuidándola como el mayor de los tesoros recibido de la Vida.