22 de septiembre
Miércoles XXV
Lc 9, 1-6 No llevéis nada para el camino
Este es el equipaje del peregrino, del discípulo que es enviado para proclamar el Reino de Dios: no llevar nada. Renuncia absoluta, abandono total, confianza infinita en ti, Señor, y en tu providencia. De una actitud así procede toda la fuerza de quien se sabe solo en ti y solo aspira a ti, pues tú eres su todo. Ayúdame, Señor, a ir ganando en esta actitud cada día.
Señor, no permita que nada ni nadie me quite espacio en mi corazón para que habites Tú.
Sé que muchas veces al ponerme en camino me olvido de tu mensaje,¡¡No necesito nada!! Tú siempre provees , en todo momento asistes, a los que confianos en tu Providencia.¡¡Sé tu mi compañero de viaje Señor!!
SEÑOR, TU ERES MI PATRIA, TU ERES MI TODO, FUERA DE TI NADA DESEO.
EN ESTE DÍA ME DESPRENDO DEL PASADO, DE LAS PREOCUPACIONES DEL FUTURO, DE TODO AQUELLO QUE ME QUIERE HACER NO VIVIR EN ESTE MOMENTO EN EL QUE TE ENCUENTRO.
TU QUE ERES MI TODO. AMEN.
Señor, cuando tu envías a proclamar tu reino, a hablar de ti y de tu amor, a dar a los demás tus regalos… no quieres que llevemos nada para que ningún peso interfiera en la labor, que ningún peso nos pare en el camino.
Señor, que tu fuerza sea lo que me empuja, que tu amor sea lo que me alimente y que solo sea tu palabra lo que salga de mi boca para darla y enseñarla a los demás.