22 de septiembre
XXV Domingo
Am 8,4-7 Escuchad esto los que pisoteáis al pobre
Perdónanos, Señor, cada vez que cerramos nuestra propia carne a la carne del hermano que está solo o desamparado, que se siente explotado o deprimido. Ayúdanos a mostrarnos disponibles a los pobres. Ayúdanos a compartir nuestro pan con el hambriento, nuestra agua con el sediento, nuestra casa con el forastero. Que comprendamos que todos somos hijos tuyos.