22 de abril
III domingo de Pascua
Lucas 24, 35-48 Paz a vosotros
Desde hace dos semanas, Señor, me estás ofreciendo tu paz, la paz de tu presencia resucitada, la paz de tu palabra, la paz de tu eucaristía, la paz de la comunidad cristiana, de la Iglesia, la paz que disipa los miedos y las dudas, aunque existan, y les deja marchar como una nube pasajera. La paz profunda, inalterable, la paz de ser en tu vida sin fin. De gozar la dicha de tu amor.
Tu presencia me deja atónita, pasmada de alegría. Tu ausencia, igual de repentina y sorpresiva me deja igualmente sin palabras. Tus movimientos bruscos en mi ser sacuden el entendimiento abriéndolo a ti