9 de febrero
Viernes V semana
Gn 1, 18 El Señor paseaba por el jardín a la hora de la brisa
Tanta era la amistad de Dios con el ser humano, tanta su cercanía, que bajaba todas las tardes, a la hora de la brisa, a pasear por el jardín, y estar con sus criaturas, como un amigo, como el creador que se recrea con su criatura. Bendice alma mía al Señor porque estás conmigo. Y ese estar no necesita de más, es presencia, es mirada, es compañía, es apoyo de amante. Eso fue al inicio. Hacia esos vamos. Jesús ha restaurado la posibilidad. Quédate junto a nosotros, Señor, esta tarde.
¡Que maravillosa la certeza que estás allí con nosotros a cada momento! Aún en aquellos momentos que sentimos que la situación se nos ha ido de la mano, que no podemos hacer nada, en que nos embarga la tristeza, el desánimo…Señor, Tú estás allí con nosotros, dándonos tu apoyo, tu consuelo…Tú eres quien nos susurra al oido que el amanecer trae un nuevo día y una nueva oportunidad de salir adelante, de enmendar los errores… Gracias Señor, porque en los momentos de Alegría, Tú también estás…cuando los hijos nos miran y nos dicen «Te Amo», en el abrazo, en la compañía de la pareja, en el amor solidario de los Padres, en la cooperación y respeto de los vecinos…No tengo palabras para decirte…Gracias Señor…por eso, haz que mi vida sea reflejo de la tuya y transite siempre por tus caminos.Amén
Cuando estuve estudiando la Biblia, fué cuando descubrí en el Génesis a este Dios tan cercano, que bajaba todas las tardes a pasear por el jardín y disfrutar de todo lo creado por Él.
Me gusta imaginarme a Dios como el amigo que pasea a nuestro lado y tengo con Él una conversación cercana.
Hoy al salir a la calle, respiraré la brisa fría de este Febrero y me disfrutaré del paseo con Dios.