Rey pastor

26 de noviembre
Cristo Rey

Ez 34, 11-12.15-17 yo mismo las haré sestear

Así te presentas como el pastor que es rey, como el rey pastor, que conduces a tu grey hacia fuentes tranquilas, hacia verdes praderas, donde me haces sestear. A tu sabor reposo. Al sabor del hambriento, del sediento, de enfermo, del prisionero, del emigrante, ahí, en el sabor amargo de la vida, te haces rey y prójimo. Tu realeza es realidad.

Señor de la vida

25 de noviembre
Sábado XXXIII

Lc 20, 27-40 No es Dios de muertos, sino de vivos

Tú eres el señor de la vida, y todo lo que vivifica procede de ti. Que beba de la fuente de tu vida abundante, que me acerque cada día más a lo que en realidad me llena de vida, que me apartes de lo que me conduce a la muerte. Hazme fecundo en tu vida, que genere desde tu via más vida abundante.

orante

24 de noviembre
Viernes XXXIII

Lc 19, 45-48 Mi casa es casa de oración

Haz, Señor, de mi cuerpo tu casa de oración. Que mi vida sea una oración constante para tu alabanza y gloria de tu nombre. Que cada día interceda por los que se encomiendan a mis oraciones, especialmente por los enfermos. Que el orar ante ti me haga más prójimo de mi prójimo, especialmente del más necesitado, marginado o descartado de nuestra sociedad.

paz

23 de noviembre
Jueves XXXIII

Lc 19, 41.44 ¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz!


Y parece, una vez más, que no lo comprendemos, que está escondido a nuestros ojos…y por eso la guerra en tu tierra, que ya lleva camino del mes de atrocidades, y los corazones cerrados a la humanidad, a la paz, al diálogo, a la reconciliación…Perdónanos, Señor, a cada uno todo lo que en nuestra vida no contribuye al don de tu paz, a trabajar por la justicia y la paz en nuestra sociedad.

Mi música

22 de noviembre
Santa Cecilia

Salmo 100 Para ti es mi música Señor

En este día de santa Cecilia canto tu bondad y tu justicia, y me hago música para ti. Para ti tocaré el arpa de diez cuerdas de mi vida, para ti tañeré mientras exista. Para ti, que sacas de mí las mejores armonías, la melodía que brota de lo más profundo de mi corazón. Gracias, Señor.

En medio de ti

21 de noviembre
Presentación de María

Zac 2, 14-17 Porque vengo a vivir en medio de ti

Vienes a vivir en medio de nosotros en el seno de María. Encarnación. Acogida. Donación. Y ahí estamos, Señor, recibiéndote de María, que te ha recibido para darte, compartirte, y acercarnos al misterio de tu amor entregado en nuestra realidad.

Por ti

20 de noviembre
Lunes XXXIII

Lc 18, 35-43 ¿Qué quieres que haga por ti?

Es la pregunta que de vez en cuando me haces, y que siempre te contesto de la misma manera: que en ti lo espere todo, lo encuentre todo, y que sepa preferirte sobre todas las cosas. Es lo que quiero que me ayudes, como hasta ahora, con tu amor y gracia.

De la luz

19 de noviembre
XXXIII Domingo

I Ts 5, 1-6 porque todos sois hijos de la luz e hijos del día

Somos hijos de la luz porque somos hijos e hijas tuyos, y recibimos de ti la luz de la luz. Tú has puesto en nuestro interior la luz verdadera, que brilla más allá de las tinieblas y las sombras que en tantas ocasiones abrazamos. Es bueno que nos reconozcamos seres luminosos, que participan de tu claridad, del don de tu luz verdadera. Y que hagamos por mantener encendidas las lámparas, la llama que tú nos has brindado.

Silencio

18 de noviembre
Sábado XXXIII

Sb 18, 14-16 Un silencio sereno lo envolvía todo

Es el silencio para que tu palabra se avalance sobre nosotros y haga fecunda nuestra vida. Para que tu palabra se encarne. Para que tu palabra acabe con toda mi palabrería, y me disponga a escuchar tu voluntad. En tus manos, Señor, para experimentar tu liberación, en el silencio de la tierra, bello hasta cansar mi corazón, Dios mío.

Susurro

17 de noviembre
Viernes XXXIII

Salmo 18 El día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra

Y en este susurro sin voz, que pregona tu gloria, y llena la creación, me meces en tu amor y tu ternura, me dejas dormido, rendido en tu hermosura. Y quedo quieto, en tu paz portentosa, sin otra voz que tu silencio fecundo, en mi lengua herida.