Piedra pequeña

27 de noviembre
Martes XXXIV

Dn 2, 31-45 Una piedra se desprendió sin intervención humana

Una pequeña piedra, tan diminuta como la limosna de la viuda del evangelio de ayer, se desprende por que sí, sin que yo lo controle, ni la domine, ni lo proyecte, y al chocar con los pies de barro de la imagen gigantesca, con la cabeza de oro fino, y el pecho y los brazos de plata, y el vientre y los muslos de bronce, y las piernas de hierro….Una diminuta piedra hace que se transforme la realidad y cambie el mundo. ¡Cuánto más un acto de generosidad por mi parte! Voy a ser generoso hoy, en lo grande y lo pequeño.

Rica viuda

26 de noviembre
Lunes XXIV
Lc 21, 1-4 Ha echado todo lo que tenía para vivir
Me dejas hoy la fuerza de la imagen que trae tu palabra: Breve y eficaz. Y te pido que me des la generosidad de la viuda, que lo da todo.

Jesús vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; y vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: “Sabed que esta pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de  lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.

Cristo rey

25 de noviembre
Jesucristo, rey del universo
Lc 23, 35-43 Si tú eres rey de los judíos, sálvate a ti mismo

En ti reside toda la plenitud, tú eres el señor del universo, todo fue creado por ti y para ti, tú eres anterior a todo y todo se mantiene en ti…y, ¿precisamente por ello?, tu trono es la cruz, el lugar del suplicio y del fracaso, la paradoja bendita, pues eres el primogénito de entre los muertos y así eres el primero en todo, el que reconcilia todos los seres, a mí incluido, por la sangre de tu cruz. Cristo, un Rey de cruz. Que sigue crucificado hoy en día. Úneme a ti, Señor.

 

 

Dios de vivos

24 de noviembre
Sábado XXXIII
Lc 20, 27-40 No es Dios de muertos sino de vivos
Y nos conduces a la vida. Por eso creo, Señor, que lo que aparta de tu vida plena y verdadera no viene de ti; por eso se que estás en lo que me llena de vida, en lo que me da plenitud, en lo que me hace revivir en medio de la crisis, de la enfermedad, de la desdicha, en lo que me hace salir de mí mismo para entregarme más a ti y amar más al prójimo cercano o lejano, en la renuncia que hago, lleno de alegría, por ti y tu evangelio, que me libera para ti, Señor y dador de vida.

Casa de oración

23 de noviembre
Viernes XXXIII

Lc 19, 45-28 Escrito está: mi casa es casa de oración

¿Y cuántas veces la hemos convertido en cueva de bandidos? Cada vez que hemos comprado y vendido la relación contigo; cada vez que hemos manipulado tu lugar para albergar nuestros proyectos y espacios; cada vez que hemos que hemos tomado tu nombre en vano; cada vez que te hemos utilizado para nuestros intereses, cada vez que hemos ido a enturbiar tu casa con nuestros discursos, razonamientos y pensamientos que nos alejan de ti, cada vez que…y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Sin reconocerte

22 de noviembre
Jueves XXXIII

Lc 19, 41-44 No  reconociste el momento de mi venida

¡Qué duras tus palabras; Señor, en este evangelio! ¡Qué verdaderas, qué reales! Sin reconocerte, sin acogerte, sin abrirme a tu venida –cada día, de tantas formas, siempre asombrando, siempre en lo cotidiano y en lo profundidad de lo más sencillo- se siento sitiado, cercado, arrasado, sin que quede en pie piedra sobre piedra de las construcciones que había hecho, que hago, a mi medida, apartado de ti. Por no reconocerte la luz se me vuelve tiniebla vacía.

Presentación de María

21 de noviembre
Presentación de la Virgen
Salmo 16 Al despertar me saciaré de tu semblante

Despertó María a la vida, la que años después daría a luz la aurora, el sol que nos visita desde lo alto, y se sació de tu semblante, Señor. Sin saberlo, abandonada en manos de sus padres, como en las tuyas, fue presentada en el templo y se sumergió en la experiencia de fe de un pueblo, de una familia, de seres humanos abiertos a ti, a tu paso por su vida, son sencillez, con normalidad. Desde el inicio de su vida abierta a ti, a colmar en ti los anhelos. Saciarme de ti, bendito fruto de su vientre, Jesús.

Zaqueo again

20 de noviembre
Martes XXXIII
Lc 19, 1-10 Un hombre llamado Zaqueo…

Tu Palabra, Señor, que vuelve a mi ser y lo revuelve, constantemente, con aquellos fragmentos que más necesito oír, adaptar a mi vida, por los que me tengo que dejar interpelar. Hoy, y tantas veces, Zaqueo, bajo de estatura, que hace lo imposible para verte, para escuchar tu Palabra, siempre tu Palabra, Señor, que vuelve y revuelve, diciendo: Baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. Y empieza a cambiar algo…¿verdad?

¿Qué quieres?

19 de noviembre
Lunes XXXIII
Lc 18, 35-43 ¿Qué quieres que haga por ti?
¿Qué más puedes hacer? Me has dado la vida, me mantienes en ella; me has dado la fe, me mantienes en ella; me tienes en la palma de tu mano. Y cada día me sigues preguntando ¿qué quieres que haga por Ti? Quizá porque no acabo de entregarme ya de vero, porque sigo poniendo resistencias a que tomes como prenda y posesión tuya. ¿Qué quieres que haga por ti? Rompe, Señor, la tela de este dulce encuentro.

Mirad

18 de noviembre
Domingo XXXIII
Mi 3, 19-20 a Mirad que llega el día
El día que será ardiente como un horno para los malvados,  el día en el que un sol de justicia iluminará a los que honran tu nombre, Señor. Mirad. Estad atentos. Saber interpretad lo que veo. Saber que la luz, y el fuego, son para la purificación, para el castigo, para la iluminación, según se sitúe cada uno ante ti. Mirad, estad atentos, interpretad. Nos apremias, Señor, a preparar, ya desde ahora, tu venida.